Mañana estarías cumpliendo 23 años. Desde ayer no paro de pensar en eso, en tu cumpleaños, en la edad “23”, pensando yo en que estaba en ese momento y haciendome mil preguntas…que hubieses estudiado en la universidad? Cuando partiste apenas tenias 14 años y a esa edad todavía no se sabe nada de nada, habrías estudiado algo de arte? o te hubieses ido por ingenieria? o administración de empresas? no tengo idea la verdad y creo que me molesta un poco tener esa gran incertidumbre. También me pregunto como serías con las chicas? Seguro tu adolescencia al paso que ibas tendrías muchisimas amigas y un par de corazones rotos, pero me pregunto si tendrías novia asi seria ya? Me gustaría pensar que no serías como la mayoria de los hombre hoy en día que no tienen mucho coraje, se esconden detras de pantallas y no son conscientes de sus acciones..me gustaria pensar que serías un caballero, de esos pocos que todavia abren puertas, genuinamente les importa con quien están y que serías honesto.
Todos estos pensamientos me han llevado a sentirme molesta. Si, con rabia. Rabia con la vida, rabia porque no estas, rabia porque paso, rabia por la injusticia que me hace sentir el que no estés. No se porque este año tu cumpleaños me tiene tan afectada, quizá es porque el 9 de noviembre no estuve aqui para recordarte entre familia y amigos, y después Navidad y Año Nuevo se sintieron como distantes y veloces, así que este día – tu cumpleaños – el fin de ese combo 4×1 que vivimos anualmente entre Noviembre-Enero es la última fecha “dolorosa” o marcada que me queda. Bueno, no se el motivo pero si lo siento…lo siento muy dentro de mi y lo comento. He mencionado que mañana es tu cumpleaños un par de veces, he llorado frente a mis abuelos y mis papás (no fue fácil), pero he llegado a reconocer el dolor de tu ausencia, la tristeza de que no estés aqui para celebrar tu vida, de soplar las velas y comer pastel entre risas.
Hoy, hace un rato, saque a Lola y nuevamente llore, por la rabia de no tenerte y por lo que paso, y me dije a mi misma que no podía irme a la cama sin escribir y sacar todo esto que siento. Subí y justo me entró un correo de mi amiga Sonia compartiendo su historia del nacimiento de Valentin. Si, la misma amiga a la que visite cuando estuve en Buenos Aires cuando fui a visitar mi viejo barrio y casa. En ese entonces Valentin seguía en la pansa, me hizo un bailecito y con su presencia me recordó lo cíclico que es la vida, que todo pasa y que la muerte es solo una parte de vivir. Hoy, nuevamente Valentin – con menos de un mes de nacido – volvió a inundarme de paz en un momento que tanto lo necesitaba. Leer la historia de su nacimiento, con toda la claridad, paz, fuerza, confianza y amor que se vivió para traer a Valentín al mundo y que naciera, y que está, que es, fue como un balde de agua fría que apagó toda esa ira que llevaba formandose en mi interior. Valentin, sin saberlo, ha sido ya dos veces el recordatorio que necesitaba para ver la belleza de la vida, la hermosura del amor, y todo lo bueno que existe. No quiere decir que no este triste o que mañana no voy a estar triste o el próximo mes, la tristeza nunca se va simplemente cambia su forma y su presencia.
Es chistoso como funciona la vida, las coincidencias que ocurren, que esa historia me llegara en ese preciso momento…que todo se da como se tiene que dar y es lo que estoy tratando de aceptar y aprender hace nueve años: Todo en la vida ocurre por algo, aunque nunca entendamos la razón…lo único que controlamos es nuestra actitud. Y hoy, ahora, puedo irme a dormir con paz. Si, con tristeza, con deseos de que todo haya sido un sueño larguísimo, pero con tranquilidad – sabiendo que la vida tiene sus motivos y que hay una belleza y un amor profundo y permanente en ella que no siempre logramos ver pero que está ahí.
Mañana serían 23
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