Manta, día 14-17. Pulau Gaya

Día 14 – 13/11/17

Nuestra bienvenida lluviosa a Pulau Gaya

Nuevamente amaneció gris y picado. Decidimos darle un poco de tiempo al clima y no entrar al agua ya que tendríamos que dejarnos ir por el viento/corriente durante la sesión y estaba demasiado fuerte así que nos llevaría muy lejos. Por lo tanto, resolvimos hacer nuestro examen teórico del curso para salir de eso de una vez por todas. Comenzamos pero el clima se puso peor e Isabelle decidió que era mejor partir, o si no íbamos a perder el día y mejor aprovechábamos el viento. Muy rápidamente recogimos ancla y comenzamos a navegar. Las olas estaban enormes y nos pegaban de lado así que era un hamaqueo constante. El piloto automático se demoraba demasiado corrigiendo la ruta por el movimiento de las olas así que me dieron el timón a mí. Estuve manejando como una hora hasta que cambiamos, las olas no cedieron y lentamente las nubes de las cuales creímos habernos librado nos alcanzaron. El viento que al principio nos empujaba fue moviéndose hasta estar detrás de nosotros por lo que no nos servía para navegar así que las últimas millas las tuvimos que hacer a motor.

La última hora yo me interne en la cabina y me quede profunda con el movimiento. Cuando desperté habíamos llegado a la bahía y no había mas olas pero estaba diluviando y hacía frío. Yo seguía sequita así que intente mantenerme así los 45 minutos que intentamos amarrarnos a una boya de la bahía. Al tercer intento (después de lograr amarrarnos alguien venía a informarnos que ahí no podíamos estar) logramos encontrar donde acomodarnos. No había mucho más que hacer que calentarnos con un poco de té. Ya que yo estuve calientita y tranquila en mi cuarto en la hora más fría y ocupada de la llegada me ofrecí a hacer la cena. Había soñado la noche anterior con comerme una hamburguesa así que aprovechando que volvíamos a tener internet (no había cobertura en la otra isla) le escribí a mi amigo Toni que me diera la receta. Como siempre, me demore cocinando pero tuve algo de ayuda y las hamburguesas quedaron muy muy ricas. Tenían de todo! Piña (la mía no, gracias), queso azul, chutney de mango, mostaza suiza, pan recién horneado, tomate, pepinos, cebollas grillé…solo les faltaban las papitas o una ensalada fresca (mejor papitas).

Día 15 – 14/11/17 

Home made ginger beer all bottled up

Nuestra cerveza de jengibre debidamente embotellada para las próximas dos semanas

Por fin una noche tranquila y hasta fría! Por segunda vez en todo el viaje tuve que ponerme la sabana ya que a la madrugada por la humedad de la jungla alrededor y la lluvia del día anterior la temperatura bajo. Definitivamente no daban nada de ganas de levantarse de la cama pero… apnea y mas apnea!

 Tuvimos sesión en la mañana y en la tarde, cumpliendo casi todos los requisitos del curso. La visibilidad, de esperarse, no estaba muy buena. En especial en la tarde había una corriente con microclima que hacía que no se viera nada. Aún asi, en una inmersión en la cual yo debía ‘rescatar’ a Andre a 10m, se le apareció una tortuga. El salió disparado detrás de ella apuntándola con un dedo, yo lo perseguía mientras intentaba mirar que apuntaba y cuando ambos volvimos a la línea vimos que Isabella, sin saber dónde nos habíamos ido, había bajado a grabarnos y no nos encontró. El único que vio a la tortuga fue Andre. La bahía llega a casi los 30m en poca distancia así que fue perfecto para hacer las inmersiones. No estábamos anclados sino que íbamos amarrados al dingy y hacia donde se moviera nos movíamos. Por suerte no se movía mucho ni muy rápido ya que no había casi corriente pero igual se logró mover un poco ya que en una de mis últimas inmersiones de la tarde, baje hasta los 24m y al dar el giro termine sentada en el fondo del mar. Los que me conocen saben el susto que le tengo al fondo, a la arena y sus posibles rayas así que el susto y los nervios que me dieron hicieron que subiera disparada de la inmersión.

Esa noche tuvimos un último juego de Catan pero ya mis compañeros de viaje se toman demasiado a pecho el juego y entre sus argumentos y peleas le quitaron la diversión al juego. Me voy a dormir pensando en lo rápido que pasaron los días y, sorprendentemente, que no fue tan difícil.

Día 16 – 15/11/17 

Llegando a Kota Kinabalu

Mi último día en el velero! Amanecimos temprano nuevamente para nuestra última sesión de apnea antes de partir. El plan era salir del agua, desayunar y salir a la hora para poder llegar a Kota Kinabalu a hacer todas las vueltas necesarias para que ellos partiesen el día siguiente. Y bueno…no todo pasó como se planeaba.

Terminamos los requisitos del curso, por ejemplo subir sin mascara (no tan chévere para mí que no abro los ojos bajo el agua por miedo a perder mis lentes de contacto) y yo quise repetir mi rescate a 15m de profundidad. También hicimos un par de inmersiones lentas y máximo esfuerzo. El límite fue de 26m ya que no había necesidad de hacerlo más profundo y tendríamos que movernos para buscar esa profundidad.

Desayunamos súper rico con todos los sobrados que había con un pan fresquito del horno. Después de comer zarpamos mientras yo empacaba todos mis checheres. Termine sorprendentemente rápido y nos pusimos a hablar en la cubierta durante la llegada. Estábamos literalmente frente a la boya dónde amarraríamos el velero, aproximadamente a 100/150m cuando el medidor de profundidad comenzó a pitar como loco y no hubo tiempo de meter reversa así que encallamos. Por suerte el piso era principalmente arena, y lamentablemente la marea todavía estaba bajando…lo bueno es que no sería una marea muy drástica y solo bajaría 10cm mas. Eran las 2:50, tendríamos que esperar mínimo hasta las 5:30 para poder salir.

Intentamos salir de reversa pero nada. Así que Andre se tiró al agua, amarro dos tanques de agua, los inflo con aire usando un tanque de buceo y regulador con la esperanza de que subiese un poco y pudiéramos salir. Al mismo tiempo yo con el dingy empujaba el bote intentando safarlo. Pero entre todo ese montaje la marea siguió bajando y la parte de adelante del bote se hundió más en la arena. No había más opción que esperar. Ahh..en el proceso de hacer todo esto, Andre pisó un erizo y sobra decir que el agua de la bahía de una ciudad definitivamente no es el mejor agua para bañarse. Por suerte no sucedió un poco más adelante dónde olía terrible y más de un pañal pasaba flotando.

Para no perder el día ya que había mucho que hacer, Andre y yo fuimos a tierra a lavar la ropa y hacer el supermercado de los próximos 10 días. El plan de comprar gasolina y gas para la cocina tendría que esperar. La verdad no tenía ni un poquito de ganas de estar en estas. Yo ya estaba mamada y con ganas de bañarme en un hotel y descansar pero las cosas no salen como se planean así que a meterle un poco de ánimo y salir de todo lo más pronto posible.

A las 5 volvimos al velero y seguía encallado, pero ya no se escuchaban los golpes que se escuchaban cuando nos bajamos. Para matar el tiempo nos tomamos la última cerveza de jengibre y a las 5:35 hicimos un nuevo intento hasta que por fin salimos!

Nos movimos los 100m que hacían falta, nos amarramos de la boya y terminamos de ver el atardecer. El último atardecer a bordo de Manta. No voy a mentir, la pase muy bien estas dos semanas pero ya estaba lista para bajarme. Definitivamente si alguna vez se van a montar en un velero, conozcan bien a la persona para saber si tienen personalidades compatibles porque es toda una labor de convivencia y paciencia.

A eso de las 6:30 por fin entre a la habitación del hotel y lo primero que hice fue meterme a bañar (en el dingy el agua asquerosa me mojo toda la cola). Que rico se siente una ducha! Definitivamente aprendí a apreciar el agua dulce y una ducha caliente muchísimo más. La amiga de Andre, Annika, llegaba esa noche para embarcarse el día siguiente así que nos encontramos a las 9pm a cenar en el mismo lugar que cenamos antes de zarpar nosotros. Con mucha emoción pedí mi hamburguesa vegetariana de pollo pero no de pollo (así es la confusión de cómo la promocionan), con una orden de papas…y aunque estaba que reventaba al momento de ir por postre no había nada mas pequeño que lo que pedi: una bola de helado con m&m’s dentro de un waffle. Felicidad total y a dormir como bebé.

 

marianto

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