Cuando me baje del velero no tenia idea que iba a hacer con mis días. Lo único que sabía es que el 27 de noviembre debo estar en Kuala Lumpur para viajar hacia Bali. Borneo tiene mucho por conocer, de selva y de mar. La verdad –y se que sonara mal- pero caminar en la jungla no es mi actividad preferida. Yo se que cada lugar es diferente y todo eso pero crecí yendo a hacer caminatas en la jungla y humedad y simplemente no me parece nada del otro mundo. Ojo, con esta misma lógica alguien puede decir “pero si creciste en el mar, todo el mar se parece” y supongo que pueden tener razón pero la conclusión es que yo soy chica de mar. Continuo.
En Borneo está ubicada la isla de Sipadan, una minúscula isla que es are protegida y es de los cinco mejores lugares para bucear del mundo. Obviamente ir no es fácil, ni barato. Los permisos se otorgan con mucha anterioridad pues solo hay 120 pases diarios y muchos centros de buceos. Los centros de buceo normalmente te venden un paquete de mínimo 3 noches incluyendo 1 día de buceo a Sipadan y el resto a otros lugares alrededor. Saque mis cálculos, cotice en varios lugares, y después de meterle cabeza unos dos días me decidí a romper la alcancía y vivir algo que seguro me arrepentiría de no hacer. Con dedos cruzados escribí a Scuba Junkies, un centro de buceos que tiene mucho reconocimiento y un precio costoso – si – pero lo mismo que encontraba en otros lugares. Resulta que tenían disponibilidad para el 21 o 24 ir a Sipadan. Decidí no salir esa misma noche a la carrera sino darme mis dos días de yoga y el tiempo para organizar las cosas con calma.
Considere viajar en avión o en bus. Al final el avión no sale mucho más caro que el bus y es mucho mas comodo. Pero si viajaba en avión tendría que pagar transporte hasta el aereopuerto ida y vuelta, mas dos noches en Samporna (el pueblo de donde se sale hacia la isla donde está el centro de buceo) así que me salía mucho más costoso. Decidí viajar en el bus de la noche del 21 para llegar el 22 en la madrugada y comenzar mis inmersiones esa misma mañana.
El lunes me desperté más temprano de lo deseado pues (siempre hay alguien) una chica decidió empacar su maleta a las 6:45 de la mañana para irse del cuarto. Entre eso y las alarmas que nadie apagaba no pude dormir mucho mas pero aproveche y me quede en cama hasta que me toco levantarme a empacar. Después de dejar todo empacado me fui al estudio de yoga dónde dan la opción de alquilar el espacio por una hora por un precio extremadamente barato. Tuve una hora de escuchar a mi cuerpo, al cual reconozco que he dejado un poco en el olvido estas últimas semanas y, me está sacando las cuentas. Al terminar pare en el camino al hostal en un lugar de masajes y me regale un masaje de una hora. La señora era muy petit así que quede con ganas de un masaje más fuerte y más largo porque la espalda la siento destruida. Supuse que por lo menos me bajaría un poco la molestia para poder dormir en el bus.
A las 5:30 pedí el Uber a la estación del tren, con el miedo por el trafico gracias a la sra de la recepción que me asusto. Por suerte solo marcaba 25 minutos de viaje y a las 6 estaba bajándome en la estación. Al momento de llegar yo estaba al teléfono en una llamada relativamente importante para mí, pero me toco colgar cuando entre cuatro abrieron el carro para coger mis maletas y ayudarme. Uno de ellos resulto si ser de la empresa en la que viajaba (llame no una sino dos veces a reservar x si las moscas) así que llevamos mis cosas y pague mi tiquete.
A las 7 me monte en el bus de dos pisos, mi puesto siendo el primero – y por lo tanto el mas peligroso…podía imaginarme salir volando por la ventana de ese segundo piso si algo llegaba a pasar (no había cinturón. Lección aprendida, sentarse más atrás). Yo iba mentalizada a que iba a pasar frío, lleve las medias de esas que dan a veces en aviones, mi saco “grueso,” pantalón largo…pero jamás pensé que tendría que estar en Antártida por las próximas 11 horas.
Al rato de haber salido paramos a poner gasolina. Yo había empacado en un morral pequeño mis cosas de buceo, entre esas mi toalla y mi wetsuit. Así que baje a buscar la maleta en el baúl del bus. Era un bus grandote, de dos pisos, así que las maletas se guardan al lado, las puertas se “deslizan” hacia arriba. Resulta que en esta puerta estaba dañado el sistema que sostiene la puerta (pesadísima) así que con mucho esfuerzo logré levantar la puerta y sostenerla, pero no vi mi maleta así que la cerré. En esas vino un señor a ayudarme así que entre los dos empujamos la puerta hacia arriba y el la sostuvo. Mi morral se había movido como a la mitad del bus pero era mas fácil sacarlo del otro lado. Le dije que daría la vuelta así que el señor soltó la puerta pero esta no cerro. Entre los dos volvimos a abrirla y yo meti la mano para acomodar una maleta la cual yo creí no dejaba cerrar la puerta. Bueno, el señor no pensó que yo iba a meter la mano así que volvió a soltar la puerta….sobre mi brazo. Se disculpo enormemente y yo creo que del golpe de adrenalina del golpe le dije que no pasaba nada. La verdad me salve. Esa puerta pesaba fácilmente 20kg y no tenia nada que la sostuviese. Me pego en el antebrazo, creo que mi reloj de buceo medio amortiguo un poco el golpe y tuve suerte que mi brazo estuviese en la posición en la que estaba y que no haya sido mi mano porque seguramente quedo sin dedos o por lo menos con huesos en la mano rotos. ¡Lo único que pasaba por mi mente era “pase lo que pase, no me puede pasar nada hasta poder bucear en Sipadan!”
Di la vuelta al bus y logre coger mi maleta del otro lado. Sobándome el brazo y asombrada de lo que acababa de pasar volví a mi puesto en el cubo de hielo llamado bus. Use mi toalla de cobija y trate de dormir algo pero era imposible sintiendo tanto frío. A todas estas, durante el día había hecho la actualización a mi celular y la pila se estaba acabando a velocidad Bolt. Lo apague para ahorrar el 13% que quedaba y poder usarlo al llegar al destino a las 5am.
Eventualmente paramos nuevamente, esta vez media hora a estirar los pies y comer algo. Era la medianoche. Yo seguía congelándome y comí con mi saco puesto en un pueblo de Borneo que tiene la misma temperatura que Panamá (calor y humedad) pero el frío lo tenía calado en los huesos. Cuando nos volvimos a montar al bus y el frío no paraba decidí ponerme mi wetsuit encima de los pantalones…así que eso hice. Me puse el wetsuit hasta la cintura y aún asi tenía que ponerme la toalla de cobija si quería estar un poco protegida.
Lo mas divertido fue a las 3am que paramos en un pueblo y decidí ir a usar el baño. Quitarme el wetsuit solo tomaría tiempo ya que igual me lo iba a poner después. Así que salí así del bus, con medias y chanclas, un saco y un wetsuit hasta la cintura – con los brazos del traje colgando. Creí que no habría mucha gente pero el restaurante de la parada donde estaba el baño estaba lleno y todos me seguían con la mirada, no se simplemente si era por ser extranjera o si mi pinta les daba curiosidad.
Los baños en Malasia son como en la mayoría de los países asiáticos…un hueco en el piso. Les pinto la imagen: agachada intentando hacer pipi, sin que salpicara a los pies (me quite las medias antes de entrar), sosteniendo con una mano la puerta para que no se abriera y con la otra el celular que alumbraba, con la boca agarraba las mangas del traje para que no tocara el piso. Ah, y obviamente este no era un baño muy lindo que digamos, era el baño de la parada de bus en pueblo en la mitad de Borneo.
Logré dormir por pedazos hasta que antecito de las 5a.m. llegamos a Semporna. Yo había leído que Semporna NO era un lugar lindo, es más leí sobre lo soprendentemente feo que es y …me sorprendí porque era peor de lo que pensaba. Creo que lo sorprendente es que es la “puerta” hacia uno de los lugares más hermosos del planeta y es tan, tan feo. Es un pueblo costero muy sucio y acabado.Me baje intentado despertarme un poco, estirando el cuello ya que para dormir estaba en una posición fetal muy cerrada para que la toalla me tapara la mayor cantidad del cuerpo. Mi celular, gracias Apple, apenas lo prendí tenia 13% y a los 10 seg. se apagó así que no tenía idea hacia donde tenía que ir, solo recuerdo que la mezquita debía tenerla a mi izquierda pero no veía la mezquita. Como a las 5:30 que ya comenzaba a alumbrar un poco el cielo y se veía a gente caminar, decidí emprender mi camino – con mis aproximadamente 26 kilos de equipaje encima. Camine un rato y pregunte un par de veces hasta que llegue al centro de buceo que obviamente a esa hora estaba cerrado. No sabía que del otro lado de la calle había un hostal del centro de buceo donde hubiese podido esperar cómodamente en sofás. Así que camine unos 100m más hacia unas mesas y sillas de un restaurante que estaba abierto. Pedí un desayuno no muy rico y deje cargando mi celular. Después de comer me quede dormida con la cabeza en la mesa y al despertarme estaba rodeada de muchos chinos desayunando. Ya a esa hora estaba abierto el centro así que trastié mis cosas a la oficina y después al barco. En el barco había un francés de mi edad, un Sr. Suizo y un canadiense que trabajaba en el centro.
Cuando llegue vi la magnitud del centro de buceo. Estoy acostumbrada a bucear en centros pequeños así que ver esta empresa tan organizada, con más de 40 instructores/divemaster uff…es muy diferente. Y a al vez, me alegra mucho haber hecho mi DM es un lugar mucho más pequeño donde conocía a todos bien. Teníamos instrucción de viajar con el vestido de baño puesto ya que literalmente bajamos las maletas, se las llevaron al hotel y nosotros nos montamos en otro barco a los 15 min y salimos a las primeras dos inmersiones del día.
Lo que sucedió los siguientes días es básicamente lo mismo: terminaba de bucear a las 4:30 de la tarde, me bañaba y me sentaba a escoger las fotos y videos del día. Por 4 días. El único día distinto fue Sipadan, salimos a las 6 a.m. y tuvimos cuatro en vez de tres inmersiones. En vez de escribir simplemente les dejaré imágenes de esos días bajo el agua con la invitación que se animen a conocer ese mundo subacuático.